El espacio de «El Groove»

Hola a todos, y bienvenidos a esta bonita iniciativa. Un gran placer poder formar parte de este proyecto. Antes de nada, me presento: Soy Carlos Coronado, baterista desde que empecé hace ya 17 años, ¡y todavía siento que acabo de empezar! He tocado un poco por aquí y mucho por allá, y poco más. 

De la quietud fruto de la desaparición de todo el curro que tenía este año y de una vuelta a casa forzada, ha nacido el proyecto que me trae aquí: el groove. Para quién no lo conozca, somos un podcast dedicado a entrevistar a referentes de nuestro instrumento, y una web que produce contenido relacionado con el instrumento, parte de ello educativo: http://www.elgroove.net

Al grano. Desde que comenzó nuestra nueva vida pandémica el 14 de Marzo, el panorama de todos ha cambiado, en mayor o menor medida. Dicen que ningún mar en calma hace buenos marineros, y que sólo la mayor de las presiones es capaz de formar diamantes. Y me dirás, joder qué moñas yo vengo a leer cosas de batería y no estas tonterías. Pero es que después de más de veinte entrevistas con grandes de nuestro instrumento lo que menos se habla es de stickings y baquetas, y más de actitudes, habilidades transferibles, y muchas historias. Historias de perseverancia, dudas y perseguir objetivos personales.

Durante estos meses, personalmente he pasado, y creo que muchos más, por una montaña rusa de sensaciones, dudas, sentimientos, ambiciones… y lo que me ha mantenido cuerdo ha sido la batería, la música, lxs BATERISTAS. 

Tocar, estudiar, escuchar, y charlar con otros miembros de la comunidad ha hecho que no me subiera más por las paredes que lo que lo he hecho. Antes del covid, tenía dudas sobre si la batería era realmente lo mío, ya no sólo si valía para esto, sino también si me había equivocado de camino y había algo más para lo que “valiera”. Y mientras las dudas no se van nunca por completo, sí que es verdad que esta pausa me ha valido para darme cuenta de que sí, haga lo que haga, la batería nunca dejará de ser algo fundamental en mi vida. No me aguanto si no toco, y me veo llorando de emoción en el primer concierto en el que toque de nuevo. 

Entrevistando a bateristas que brillan, y llevan años haciéndolo, sea detrás de un artista, en su banda, en el estudio o como educadores, y escuchando sus historias, algo me ha quedado claro: han tenido momentos de dudas y de conocimiento de que el camino que han escogido no es “el normal”. Pese a esto, han perseverado, nunca se han rendido en su lucha. Han confiado en su comunión con el instrumento, se lo han currado muchísimo, y han ganado, y siguen haciéndolo. 

Me comentaba Miguel Lamas en el podcast, y cito textualmente:

“En ese momento estoy pasando por un momento complicado por varias razones y, digamos que la música para mí siempre está ahí. En este momento lo que me inspira a tocar es superar un problema emocional. Pero también la música significa alegría. Cuando estoy feliz también me apetece tocar, escuchar música diferente… 

Processed With Darkroom

Esto lo dice Jacob Collier y tiene toda la razón: realmente no existe música alegre y música triste. Podríamos relacionar música alegre con tonos mayores, o tristes con tonos menores, pero también algo menor puede ser muy “cool” o yo que sé como explicarlo… puede llevarte a un mundo de entusiasmo también. O algo mayor puede conducirte al delirio o a la tristeza profunda, es muy subjetivo. Para mí me inspira el ser capaz de curar emociones, vivir nuevas emociones, expresarse. Y bueno, también es que es mi vida. Es lo que he hecho toda mi vida y es mi forma de ser también. El tocar, el ser capaz de ir para acá y para allá… es lo que me inspira a mejorar cada día. Conocer gente nueva también. Hay un montón de razones.”

Miguel Lamas nos recalcaba que la batería no es sólo su instrumento sino su forma de ser. Y esa falta de contacto con el escenario y otros músicos y en ocasiones con la sala de ensayo y la batería, nos puede hacer dudar demasiado. Como puede hacernos dudar la incertidumbre del mañana, que acecha más que nunca. Al fin y al cabo, si no preparamos conciertos, no estudiamos para ser mejores que ayer, es difícil ver música en directo… ¿Para qué? Si carece de motivo sentarse en la batería, ¿qué sentido tiene? Pues bien, tiene todo el sentido del mundo. Somos BATERISTAS.

Precisamente notamos ahora esa carencia de objetivos profesionales tangibles, como puede ser prepararse para audiciones, o tocar con ‘x’ artista. Son tristemente poco realistas a corto y medio plazo, pero sin embargo, algo que he averiguado a través de las entrevistas, es que cada camino hacia el éxito (o como lo queráis llamar) es singular y único.

La “profesionalización” es un proceso mucho más complejo que hacerse un perfil de instagram con drums después de tu nombre. Particularmente, me gustaría rescatar la conversación que tuve con José Benítez, baterista de Big Menu, El Kanka y otros ilustres más. Siendo uno de mis bateristas favoritos me costó resistirme a hablar estrictamente de batería, pero me di cuenta de que lo más importante es lo humano, y en eso ahondamos en la entrevista. 

Me decía que de joven no le era sencillo tener acceso a la información que existía, pese a haber escuelas, grados superiores y demás lejos de su Algeciras natal. Y ahí empezó a dar clases con Juan de la Oliva en Sevilla. Aquello le abrió la mente frente a la posibilidad de, en sus propias palabras, “descubrí que había muchas cosas por estudiar y me dije, joder, si yo me lo tomo igual de en serio que cualquiera otra cosa, algo voy a conseguir de todo esto. […] Si yo le echo muchas horas, y a mi me gusta, y es lo que a mi me llena, podré llegar a ser profesional.” 

Confiar en que uno mismo, con tiempo, esfuerzo, dedicación y perseverancia, puede conseguir lo que se propone es liberador. Y en una época en la que siempre estamos mirando al de al lado, pendiente de lo que hacen los demás, excusándose en que la situación no es idónea… todo eso nos distrae. Hay que confiar que esto acabará, y cuando ese momento llegue, hay que confiar, y sobre todo trabajar, para que seamos mejores bateristas que antes. 

La comparación te distrae de tu mejor ventaja: tú mismo. Todo esto volverá, toca ser pacientes, y aunque las dudas nos invaden, con los años y especialmente ahora con las entrevistas, he descubierto que no hay baterista que idolatremos que no haya pasado por lo mismo. 

Rendirse no es una opción así que animo desde aquí a coger las baquetas y disfrutar porque no hay mejor manera de avivar la llama del amor por este instrumento. 

Cuando la niebla de las dudas no deja ver el destino, es fácil darse por perdido, pero cuando las cosas se ponen peor, no nos queda otra que armarse de valor.

Carlos Coronado El Groove