El Bloqueo (2a parte)

“No puedo salir…por más que lo intento…por más que me empeño…NO PUEDO SALIR”.

Necesitaba perspectiva… Aplicando el principio del espejo sobre mi propia situación sabía que, para poder salir del laberinto, necesitaba perspectiva. Cansado de ponerme a prueba, de intentar ser mejor batería… de que los errores que pudiera haber cometido por falta de preparación no volvieran a suceder, de intentar reunir la energía para aprovechar la siguiente oportunidad…

“Lo que aceptas te transforma… lo que niegas, te somete…”esta frase del psiquiatra Carl Jung me viene a la memoria al pensar en esos días tan inciertos… En mis sesiones siempre recomiendo a las personas que vienen a verme tareas o ejercicios en los que la escritura está, en mayor o menor grado, presente. 

¿El motivo? La perspectiva, la escritura es para nuestra mente lo que el espejo para nuestro rostro. Por muy obvias que nos parezcan nuestras inquietudes y por buenas que sean las soluciones que nos ofrezcamos a nosotros mismos, si las ponemos por escrito tienen el mismo efecto que nuestra mirada al intentar ver nuestro rostro pegado al espejo. 

Me puse a escribir sobre mi situación y sobre cómo había llegado a ella, si aquello que me sometía parecía invisible en mis pensamientos tal vez me fuera revelado, de alguna forma, en mis escritos. Escribir una biografía no me parecía adecuado, necesitaba hablar con alguien, alguien que  respondiese a mis preguntas, o que al menos pudiese darme su opinión sobre ellas…. 

Me inventé un diálogo conmigo mismo, como si yo fuese como cliente a una sesión de terapia conmigo mismo.

He aquí la conversación:

Marc 1(coach): Corrígeme si me equivoco…me expones que, de un tiempo a ésta parte has decidido tomarte realmente en serio la batería, estás resuelto a ser profesional, pero que cada vez estás más insatisfecho contigo mismo ¿Es así?.

Marc 2 (cliente): Sí, practico a diario aquello que considero indispensable para conseguirlo.

M1: Ya veo, y ¿Te evalúa alguien o lo haces tú mismo?

M2: Lo hago yo,aunque he estudiado con profesores,yo marco el ritmo (parece broma), es decir, según avanzo, escojo más trabajo para seguir avanzando.

M1: ¿Y cómo escoges ése contenido?

M2: Pienso en que cuanto más nivel requiera lo que estoy estudiando me volverá mejor batería.

M1: ¿Con más nivel te refieres a más difícil?

M2: Sí.

M1: ¿Y cómo te enfrentas a la dificultad?

M2:  Practicando.

M1: ¿Cómo detectas la dificultad?

M2: Como aquello que me supone un desafío.

M1: ¿Qué es para ti un desafío?

M2: ¡Es mi objetivo! Si me tomo las dificultades como desafíos, mayores serán mis avances. 

Cuan mayor sean los obstáculos que supero, más lejos avanzaré.

M1: ¿Expones que para progresar más deprisa adoptas la decisión de ponerte a prueba con aquello que más dificultad te supone?”

M2: Sí

M1: ¿Y cuales son tus puntos fuertes?

M2: ¡No tengo!

M1: ¿Sólo tienes puntos débiles?

M2: Bueno así me siento por mucho que me esfuerce. Sólo trato de mejorar, pero tengo la sensación de no lograrlo en absoluto.

M1: Pero, para detectar lo que te supone un desafío, ¿También detectarás lo que no te lo supone, no?

M2: Sí, pero desdeño aquello que no me parece que esté a la altura de mis expectativas, temo que, si me relego a practicar partiendo de la comodidad no avance nunca.

M1: Ya veo ¿Y practicar partiendo de la incomodidad está dando resultados?

M2: ………..

Ahí me quedé mudo ante mí mismo. No me había estado tratando demasiado bien, aquello que me había estado negando, la facilidad me estaba sometiendo, quizá fuera hora de volver a ella con el fin de transformarme.

Al día siguiente decidí modificar mi sistema de práctica :

Me puse realmente exigente en detectar la comodidad y no la dificultad. 

Cogí un ejercicio y,en vez de enfocarlo con mi forma habitual,empecé a restarle dificultad hasta sentirme cómodo,además le concedí un tiempo concreto,fuese cual fuese el resultado obtenido. Seguí estas pautas durante unas semanas…si me notaba cómodo, me permitía añadir dificultad (ya fuera en complejidad o en velocidad). 

En pocos días empecé a notar cambios. También advertí que necesitaba ayuda en ciertos aspectos, pero ya no advertía esta demanda como una llamada de auxilio, sino como una decisión escogida, decidí llamar a Pepo Busquets y me alegro profundamente por ello.

Me dí cuenta de que estaba dejando de intentar tocar mejor para sentirme mejor…buscaba sentirme mejor, y a partir de ahí, fue cuando empecé a tocar mejor. Comencé a establecer cambios en mi práctica, que se centraban, no tanto en obsesionarme con saber qué tenía que mejorar, sino en detectar aquello que no debía hacer.

Tenía miedo de acomodarme y de no tomarme la batería en serio, pero al hacerlo, yo había pasado a un segundo plano, en pos del baterista que quería ser… pero ése no era yo.

Yo soy el que escoge  qué tocar.

Yo soy el que escoge cómo practicar.

Yo soy el que escoge cuando descansar.

Mi expectativa no es mi objetivo, eso está en el futuro. El objetivo está en el presente, cada día es diferente, céntrate en cómo estás y date espacio, permítete escoger.


Ilustración: Dan Bejar

Me hice una especie de “mantra” que me repito a mí mismo cuando me siento fuera de lugar:

Ubicación…

Descanso….

Concentración …

Expresión….

Tal cómo expuse al principio del artículo, el bloqueo no es una simple etapa superada en mi vida. Estoy aprendiendo a reconocerlo y a no empeorarlo. Aún sigo queriendo ser el mejor batería posible, y es fácil caer en viejos hábitos, pero el estar atento y emplear la conciencia al respecto ayuda y mucho.

Reestructurando mi forma de practicar, mis expectativas ya no me dominan con la sobre exigencia de antes. Incluso hay días que me sorprendo con los resultados porque estos aparecen por sí mismos, y no por que yo los persiga, y eso me indica que he vuelto a la senda correcta, a la senda que me lleva a la salida del laberinto.

MARC BORREGO